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El lenguaje eufemístico en tiempos neoliberales

"Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz" (Manuel González Prada).

Eddy Romero Meza (Historiador y Docente)

Publicado: 2020-07-12

Palabras como explotación, dominación, lucha de clases, burguesía, miseria, imperialismo o colonialismo, han sido desterradas hace ya unas décadas. De hecho hay ahora una generación que poco sabe de ellas y jamás las ha utilizado. Al comenzar el siglo XXI, ha triunfado el lenguaje tecnocrático y eufemístico para referirse a la cruda realidad que viven miles de millones de personas en todo el mundo. El fin de la Guerra Fría, fue clave para desterrar palabras y conceptos incómodos al sistema capitalista. Lo peor de todo, es que la misma izquierda terminó aceptando acríticamente esta terminología y la emplea cotidianamente en estos días. 

Uno de los términos que se ha impuesto es el de Globalización, para referirse a lo que en buen cristiano es simplemente la expansión del sistema capitalista por el mundo (modelos de producción, consumo, comercio y hegemonía cultural de los grandes países capitalistas). Claro, Globalización es más conveniente que decir que estamos bajo el imperio del capital.

Antaño se empleó el término "Tercer mundo" para referirse eufemísticamente a los países pobres, dependientes o sujetos a esquemas de neocolonialismo. Lo cual me recuerda como en mi país, el Perú, en el último tercio del siglo XX, se comenzó a llamar "Pueblos jóvenes", a las zonas de pobreza extrema; lo que los argentinos denominaron, con mayor sinceridad, “Villas miserias”, en su propio país.

En tiempos actuales de "precarización del empleo", o mejor dicho, de explotación laboral auspiciada por los gobiernos pro-mercado (o sea, Estados neoliberales), el canje de términos está a la orden del día (otros serian, “ajuste salarial” o “ajuste fiscal”). Se ha puesto de moda por ejemplo en grandes empresas, llamar “colaboradores” a sus trabajadores. En última instancia, es una manera de tomar distancia de ellos, sin considerarlos parte orgánica de la empresa, sino agentes de colaboración casi ocasional.

Desde el mundo económico, se ha pretendido expulsar la idea de clase social (pobres, ricos), y reemplazarla por los sectores: A, B, C, D y E. Donde incluso, una persona que gana el salario mínimo, puede ser considerada fuera del nivel de pobreza. Hoy en medio de la crisis pandémica, el lenguaje oficial peruano consiste en llamar "población vulnerable" a la población más pobre o en estado de miseria, y por ello más expuesta a las consecuencias de esta crisis. Además de la selectividad en el uso de términos, como llamar "pobladores" a las personas de zonas marginales que protestan, y "ciudadanos" a los vecinos de zonas exclusivas (práctica habitual de los medios de comunicación peruanos).

El sociólogo Alberto Adrianzén, recordaba hace poco las frases: "imaginar un lenguaje es imaginar un mundo" y "toda autoridad política es también una autoridad lingüística". Y ciertamente hoy, estamos inmersos en un conjunto de lenguajes provenientes de centros de poder, que se imponen y nos alejan de representaciones más claras y directas de una realidad mundial de desigualdad, explotación y dominio.

Desde la Academia o el mundo intelectual, hay ciertamente complicidad silenciosa/activa o aceptación acrítica de esta creciente hegemonía de lenguajes eufemísticos, que disfrazan realidades terribles en el mundo, y que merecen ser denunciados de todas las formas posibles. La historiadora Cecilia Méndez, explica por ejemplo, el triunfo de los "estudios poscoloniales" en la academia occidental. Poscolonial, término elegante para referirse a los estudios sobre el Neocolonialismo, el Imperialismo contemporáneo o los países tercermundistas (pobres). Naturalmente, en la búsqueda de fondos para la investigación u organización de eventos (por ejemplo en EE.UU.), hablar de estudios sobre el neocolonialismo seria poco grato para ellos.

El lenguaje tecnocrático, se presenta o autoerige como “neutral” o “apolítico”, sin embargo, es todo lo contrario. El FMI, el Banco Mundial y otras instituciones han logrado que su lenguaje se imponga. Palabras como desigualdad o explotación, son omitidas y reemplazadas por terminología esquiva. No es de extrañar que desde sus propuestas y diagnósticos sobre educación, hayan triunfado nomenclaturas y terminologías cuestionables: competencias, éxito, emprendedurismo, gestión de aprendizajes, pobreza de aprendizajes, etc., lo que en verdad no es más que el traslado del lenguaje empresarial al mundo de la escuela; o la manera de eludir la nefasta segregación escolar que se vive en países de clara "privatización" del derecho a la educación.

La ideología del emprendedurismo se impone, y forma parte de este concierto de eufemismos para disfrazar realidades de injusticia. De tal manera que, no hay pobres, sino personas faltas de iniciativa propia, incapaces de ser "emprendedores". No hay marginación social, abandono del Estado y un modelo que alienta la concentración de la riqueza, sino pobres culpables de su propia situación.

Las millones de víctimas del sistema económico mundial (neoliberal), parece que pronto serán llamadas solo “daño colateral”; término frío y ruin empleado por los gringos durante la invasión de Afganistán e Irak, al comenzar este siglo.


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Socio-Historia

Espacio de reflexión histórico-social. El Perú es a veces un cuento de Kafka pero resulta legible para lo real maravilloso latinoamericano.